Emocionales y de convivencia

La estructura del aula, puede presentar las primeras barreras emocionales con las que se encuentra el alumno.

Ni las relaciones entre compañeros ni las de éstos con sus profesores se dan en el vacío.

Estas interacciones sociales tienen lugar en una determinada estructura organizativa, en unos espacios y tiempos que pueden favorecer u obstaculizar la integración del niño con discapacidad y con ello, sus experiencias socioafectivas. Algunos de estos elementos pueden ser: La ubicación física del niño con n.e.e. en el aula: esta ubicación puede favorecer o entorpecer su rol participativo en las dinámicas de la clase. Los compañeros con los que se encuentra sentado, la visibilidad que tenga del profesor, así como del resto de la clase, le ayudará a estar centrado y recabar la información relevante (…) La modalidad de las tareas en el aula y las exigencias de las mismas: es claro que las tareas de índole competitivo no van a favorecer, en principio, las percepciones que el niño obtenga de sí mismo.

Para empezar, establece criterios de comparación rígidos e injustos. Tampoco serán éstas las tareas apropiadas para enseñar a colaborar, a ayudar a los demás y a compartir el éxito entre todos. Ciertamente, el niño necesita aprender a compararse consigo mismo, necesita tener un grupo de referencia normativo que le sirva de orientación (en grupos de iguales sin necesidades educativas significativas) y un grupo de comparación (otros niños con necesidades similares a las suyas). Estas condiciones favorecerán los procesos de autovaloración y el establecimiento de un autoconcepto positivo y una autoestima favorable. No disponer de esta situación ideal, cabe pensar que favorecerá la creación de sentimientos de inferioridad, sentimientos de inadecuación a las exigencias de la tarea y actitudes de aislamiento. Asimismo, si las tareas planteadas no tienen un grado de dificultad adecuado, serán estímulos frustrantes para él. Por estas tareas no sólo hacemos referencia a actividades escolares de lápiz y papel.

Numerosas situaciones cotidianas pueden ser desmesuradamente difíciles si no son abordadas de manera progresiva, por ejemplo: contestar una pregunta en voz alta, salir a la pizarra, etc (…) Las actividades deben estar estructuradas de tal manera que el niño con n.e.e. pueda dejar constancia de sus capacidades y, por ello, ser reforzado por su profesor, sus compañeros y por si mismo. Las actividades lúdicas del recreo: si bien el entorno del aula es un espacio más o menos estructurado en el que el niño diferente puede acabar manejándose con destreza, los recreos se pueden convertir para él en un verdadero martirio(… )Con mayor frecuencia de la deseable vemos a los niños con n.e.e. en el patio realizando actividades completamente solos, aunque físicamente cercanos a sus compañeros, jugando con niños más pequeños o, en otros casos, revoloteando alrededor de los profesores. Estos momentos de ocio, tan importantes para el desarrollo socioafectivo del niño, ponen en tela de juicio el grado con el que logramos integrar al niño diferente (…) Terminaremos este apartado con unas palabras sobre la relación existente entre la autoestima y la modalidad educativa. Muchos padres y profesionales se preguntan cómo puede influir en el desarrollo del niño y su autoestima la escolarización integrada y cómo la educación especial. Se cuestionan en qué ámbito se desarrollará mejor el niño y cuál será más beneficioso para él. Esta pregunta compleja no admite, a nuestro modo de entender, respuestas polarizadas. Aunque suene a generalidad, la respuesta dependerá de las características y necesidades del niño concreto así como las características de los centros disponibles en el entorno donde reside. Las investigaciones realizadas sobre las posibles ventajas de la integración en el autoconcepto de los alumnos con n.e.e. ofrecen resultados contradictorios. Algunos autores han encontrado que los alumnos integrados tenían niveles superiores de autoestima. En cambio, en otras investigaciones se han encontrado resultados totalmente opuestos a los indicados. No obstante, y a pesar de estos resultados poco clarificadores, sí podemos afirmar las siguientes cuestiones (Díuaz-Aguado, 1995b): -Los niños con n.e.e. suelen manifestar con frecuencia una preferencia por relacionarse con otros niños sin discapacidad. -Los niños integrados en escuelas ordinarias parecen poseer un buen autoconcepto bajo determinadas condiciones: siempre y cuando dispongan de los apoyos necesarios y puedan utilizar diferentes grupos de comparación (un grupo ideal de referencia formado por niños sin discapacidad a quienes pueda imitar y un grupo comparativo formado por niños con discapacidades similares, que le sirva para obtener información útil sobre sus propias competencias).

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